Las bodegas de Jerez representan uno de los grandes patrimonios y atractivos de una ciudad que ha crecido en torno al vino. Visitar una de las bodegas jerezanas es una de las mejores propuestas para disfrutar en este destino vitivinícola por excelencia.
Es tal su poder de atracción con el visitante, que se han convertido en las más visitadas de España, y es que visitar una bodega en Jerez no solo es probar sus vinos, sino que podrá disfrutar de una experiencia añadida teniendo en cuenta que en un recorrido por sus instalaciones podrá descubrir cómo se hacen los vinos de Jerez, disfrutar de alguno de los espectáculos flamenco o ecuestre que organizan y hasta contemplar algunas colecciones pictóricas de grandes autores.
Todo ello sin olvidar el placer de caminar por el interior de alguno de estos cascos de bodega, una experiencia para todos los sentidos.
Pero si los vinos de Jerez son únicos, es porque la tierra albariza que los ve nacer también es única. Jerez ofrece un extenso paisaje de viñedo de cerca de 2.000 hectáreas que presenta un paisaje muy característico en el que las cepas de las uvas Palomino, Moscatel y Pedro Ximénez, que dan lugar a los vinos de Jerez, se extienden a lo largo y ancho de todo el territorio.
Las bodegas catedrales abren sus puertas al visitante e invitan a adentrarse en el apasionante mundo de soleras y criaderas, el sistema de producción del jerez. Pero también podernos entrar en el mundo de la crianza de los vinos tranquilos, elaborados en bodegas vanguardistas y cortijos típicos, bodegas que elaboran vinos tintos, blancos y rosados bajo la Indicación Tierra de Cádiz, vinos de autor que gozan de un reconocido prestigio y que se suman al jerez.
Es un lujo pasear entre viñedos por algunos de los singulares pagos que se encuentran en la campiña jerezana donde podrá contemplar una puesta de sol como no se recuerda en otro lugar del mundo.
